Bebíamos el aire el uno del otro, no teníamos ni necesidad de hablar para comprendernos. Es cierto que tú y yo éramos el fuego, que juntos íbamos inventándolo todo, creando el mundo a partir de nosotros, de nuestros ojos, de nuestra palabra; el día y la noche nos pertenecía...
No hay comentarios:
Publicar un comentario